Hace muchos,
muchos años atrás, cuando yo era un crio en un cuerpo de adulto, pues mis 188
cm y mi cuerpo atlético, trabajado en la disciplina del atletismo y baloncesto,
hacían de mí en apariencia una persona de 20 años, pero con una mente infantil,
dada mi inexperiencia y mi gran juventud.
Por esos
años, mi preocupación, era el sacar unas pesetas de aquellas para mi economía, así
que acepte el trabajo de recaudar las cuotas, de una asociación de hombres que
habían dejado de cobrarse, por fallecimiento en cuestión del recaudador, sin extenderme
más, para no aburrir al lector, decir que en una tarde de verano pase a cobrar
a una casa que se me resistía y tenía una deuda de un año, lo curioso es, que
solo adeudaba la cantidad de 500 pesetas, así que sin mucho entusiasmo llame a
la puerta en cuestión, una voz femenina me contesto desde el interior
avisándome que esperara, que abriría la puerta en cuestión de segundos.
Al abrirse
esta, ante mí, apareció una mujer de unos 45 años, pero muy bien llevados, para
mi sorpresa, me encontré con una mujer que tan solo tenía puesto una mini
toalla cubriéndola el cuerpo mojado tras haberse duchado. Al interrogarme sobre mi presencia y
escuchar mis balbuceos sobre el cobro de unos recibos, la mujer opto por
hacerme pasar al interior, supongo que no por mi respuesta, mas, si no, por las
miradas de sus vecinos que pudieran verla.
Ya en el
interior, mas tranquilamente la esplique el tema de los recibos, no muy bien
pues como libro abierto que soy, mis mejillas eran como dos faros de color
rojo, y mi entrepierna, aumento considerablemente de tamaño, mi polla la tenia
dura y tiesa, a pesar de tener la mirada
bajada por mi inocencia, en mi mente, se sucedían las imágenes una tras otra de
la mujer, en mi mente surcaron sus tetas desnudas, y su coño abierto.
A pesar de estar tapadas sus tetas por la
toalla, estas se marcaban y se hacían notar, sus piernas largas, totalmente
desnudas, eran la antesala de su entrepierna y su coño, cada vez me ponía mas encendido,
creo que me olía mi estado de excitación , al final de mis explicaciones se dirigió
a por el monedero, por arte de magia, o casualidad, la ligera toalla se deslizo
de su cuerpo, aparentemente ella denoto sorpresa, pero para eso, mi cara, como
yo había pensado, tenía dos pares de tetas, “joder que buena estaba”, y su coño
solo era tapado por un ligero felpudito que le hacía muy apetecible.
Me quede inmóvil, fue ella la que se acerco y
me pregunto si me gustaba lo que veía, mi contestación afirmativa, la produjo
una sonrisa, de miserable y perversa ama sádica. Sin mediar palabra me pidió que la follara,
yo iluso de mi, la dije que ella estaba casada, una segunda sonrisa me produjo más
nerviosismo, ella me contesto que su marido le hacía el amor lentamente, pero
quería que yo se lo hiciera salvajemente, como un macho en celo ante una hembra,
sin contemplaciones, en ese momento tras mirar su sonrisa comprendí lo que
quería.
Tras
desnudarme rápidamente y sin preliminares me cogió mi polla y tumbados en el sofá se la introdujo en su
coño, mis embestidas eran alucinantes, intensas, hasta creo que la hacía daño,
pero sus gemidos eran de lujuria, perversión y de placer, tras el primer polvo,
me llevo a la cocina para beber un poco de agua y allí mismo me pidió que se la
metiera otra vez, la empuje hacia la pared, la cogí por la cintura y pasando mi
polla entre el culo y su coño la embestí bruscamente, ella grito de placer,
entro sin problemas pues de lo caliente que estaba era un rio de leche de la
anterior corrida, yo seguía follándola con grandes acometidas, para mí, era una
carrera de 400metros lisos, donde no te da tiempo a pensar tácticas, es todo o
nada, todo potencia y yo era un corredor que embestía una tras otra.
Sus gritos y gemidos, solo hacían de mi que
siguiera fallándola, arremetida tras arremetida, mis manos pasaban de sus tetas
hasta su culo, aferrándola por la cintura, ella sujeta a la pared gemía y gemía,
su cara era lasciva como una perra en celo, no sé cuánto tiempo paso, pero mi
polla empezó a dolerme, hasta que los dos llegamos a corrernos al mismo tiempo,
yo me la saque, corriéndome en su espalda, mi leche fluyo, pues la extendí por
toda ella como masajeándola, su coño, empapado y blanquecino, sus dedos se
pasaron por mi polla y de esta a sus labios, su cara de sádica se remarco más
aun, mi satisfacción fue plena.
Tras
acompañarme a la puerta, me dio las 500 pesetas de la deuda y mirándome a los
ojos me dijo que no hacía falta que regresara al mes siguiente, pues su padre
había fallecido hacia un año, dando las gracias, me marche a cobrar otro
recibo, sin quitarme de la cabeza, mi primer polvo que había echado, con tan solo 16 años.
Lo que haga vuestra mano
derecha, que no lo sepa la izquierda.
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